lunes, 9 de noviembre de 2020

CONVERSANDO CON MARÍA APARICI SOBRE SU EXPOSICIÓN “WE WOMEN”.

 

                   Evolution. Óleo sobre lienzo, 100 x 65 cm

Tu nueva exposición en Galería Orfila la titulas “We Women”, haciendo explícito un tema, el de la mujer, que siempre ha estado muy presente en tu obra. Se trata, en efecto, de pinturas que representan, más que figuras individuales, ciertas situaciones o estereotipos que asociamos a la condición femenina, los roles que le toca jugar a la mujer en nuestra sociedad, muchas veces, tal como muestras, bien a su pesar. Creo que lo que quieres expresar es una suerte de subjetividad feminista, aun no exenta de controversias según el modo en que la planteas, las contradicciones que aparecen, no tanto bajo el punto de vista de la identidad de género, sino las que viven las mujeres como sujetos en lo que vendría a ser un proceso de individuación. Algo tan dinámico por los contenidos latentes que despiertan en ese proceso, pero, a la vez, con zonas tan oscuras e inconscientes, incluso transgresoras del recato debido a la hora de tratar ciertas cuestiones, acaso sólo podía darse a la luz a través del arte. Sería interesante que nos comentaras acerca de tu evolución, los cambios que has ido experimentando a la hora de abordar la temática de la mujer, el carácter polémico, como digo, con que te posicionas al respecto.

Nací en Valencia, tierra de pintores. Manuel Benedito Vives, gran retratista discípulo de Sorolla, fue tío abuelo mío. Me licencié en Bellas Artes tarde, un mundo también de hombres. Independientemente de mi condición femenina, tengo un temperamento fuerte y emocional, quizás por eso siempre me interesó el expresionismo. Fueron los pintores alemanes, fundadores de esta corriente, los que más me influyeron al principio. Kirchner, por ejemplo, con sus figuras femeninas tan presentes en su obra, pero nunca idealizadas de acuerdo a un determinado canon de belleza, tal como había sucedido hasta entonces.

El arte ha tenido diferentes funciones, una pedagógica, muy importante, y otra no menos interesante: moldear la sensibilidad. Soy consciente de lo que me rodea y para crear expresiones de lo de fuera, que expresen lo esencial, miro hacia dentro.

Hay pocas identidades con sentido, a veces el arte las encuentra.

El arte tiene identidad propia, al menos al darle un sentido a lo nuevo crea curiosidad. El observador ante la belleza o la fealdad se estremece por lo diferente, a veces lo simplemente bello le parece interesante y aprecia lo sublime; lo proporcionado, lo armonioso, lo verdaderamente interesante lo quiere y lo vive.

Las mujeres a lo largo de la historia hemos sido prototipos de un patriarcado abusivo que ha ido creando tendencias a costa de nuestro cuerpo, maniquí estático de la cambiante moda. Mi propia condición femenina me inspira, me rebelo y me río ante nuestra idiotez de tacones. Quiero dar alternativas a lo que somos. Necesitamos tener confianza en nosotras mismas, eliminar rivalidades, que es lo mismo que dejar de competir por el macho, todo aquello que nos coloca en una situación subalterna en una sociedad machista que nos borra del medio en cuanto la edad nos aumenta los michelines del desespero.

 

Mis propias vivencias de exclusión y vulnerabilidad se reconocen en mi obra actual, pero también, a través de este instrumento artístico que utilizo como privilegio, reivindico mi nueva y estrenada confianza en mí misma.

En mi trabajo actual en la Galería Orfila, elevo a la mujer a la categoría de Reina Papa china, ídolo de diosas envidiosas y arpías del lujo de la reverencia. Con estas pinturas quiero ser cómplice y solidaria con las mujeres revelando historias, significados y situaciones en las que el sistema patriarcal nos ha humillado, amenazado y excluido.

                             Plantón. Óleo sobre lienzo, 146 x 97 cm

                             Braguetazo. Óleo sobre lienzo, 146 x 114 cm

                           La falda floreada. Óleo sobre lienzo, 116 x 89 cm

La imagen de abatimiento de “Plantón” invita a sensibilizarse y querer a esta mujer abandonada, pero también a rebelarse.

Busco prevenir un desastre con el “Braguetazo “, que no es una opción y concienciar con “La Falda Floreada”, ejemplo de los estereotipos de belleza femenina, que no hacen sino incrementar y propiciar nuestras rivalidades. Un debate muy actual, que ensombrece nuestra convivencia, porque las consecuencias de la moda y el estilo fomentan la envidia.

“Let´s Party at Amazónico” es la imagen de la mujer emocionalmente independiente, al mismo tiempo considerada bicho o zorra por el mero hecho de no depender de un hombre.

                            Let's Party at Amazónico. Óleo sobre lienzo, 146 x 97 cm

Y así, poco a poco, en mi mundo de mujeres desgarbadas y pintarrajeadas, recorremos en esta exposición ni más ni menos que una metáfora reivindicativa femenina y feminista, y una reflexión sobre un canon de belleza ideal que han implantado los hombres.

Quiero establecer a través de mis cuadros que el canon de belleza lo decido yo y que mis esperpentos transgresores surgen de una crítica social, son reivindicativos y nacen libres de todo prejuicio. Mis figuras y composiciones se unen en armonía para conseguir una interpretación libre que huye de la irrelevancia, aunque a veces resulte grotesca.

El crítico de arte Gerardo Gil escribía, en el texto de presentación del catálogo de tu exposición, que tus pinturas están basadas en la empatía y que son una forma de “conservar el tiempo”. Hay en las obras que presentas una enorme carga emocional con la que logras conectar con el espectador, que, desde luego, no sale indiferente tras contemplar tu exposición. Pero además, en ellas tratas también, a través de varias personificaciones femeninas, un asunto tan actual como la pandemia que estamos padeciendo. Me consta que tu intención se aleja de la mera crónica y que va más allá, adentrándote en una dimensión existencial que nos afecta a todos. En relación con esto, podrías contarnos cómo has vivido o estás viviendo este tiempo, los meses que duró el pasado confinamiento, cómo ha afectado esta experiencia a tu pintura.

 

Goethe decía que cuando cumples 60 años, todo comienza de nuevo en tu vida. Yo los he pasado y sí, han comenzado una serie de acontecimientos, como este que estamos viviendo y que no es precisamente feliz.

 

Es inevitable tratar de evadirte del drama actual, pero me preocupa esta epidemia causada por un virus desconocido, el confinamiento que hemos vivido, una segunda fase peor si cabe que la anterior, por miedo y agotamiento ante la misma lucha de lo que se desconoce y que dura ya siete meses para unos, y que es mucho peor para otros, los enfermos contagiados.

Ahora nos escondemos más si cabe, cotillas de siempre y pacotillas de ‘show off’, para más inri tras la pantalla del ordenador, y en una privacidad desordenada nuestra verdadera personalidad se oculta a cal y canto. Lo colectivo, lo poco original se ve y se impone una sociedad estandarizada y el marrón verdoso como el color del sapo verde alucinógeno está presente en la neutralidad del sucio ambiguo del Marrón (Brown color, stillthegrain).

Lo oscuro está en lo oculto y vivimos en ello. Si no hay luz todo se ve negro, la luz es color y vida, y sin ella, viviríamos como ahora, en las tinieblas de la ignorancia.

Algo de todo esto he querido expresar en cuadros como “La Murciélaga”, o en “Corona”, que son imágenes femeninas tan irreales como diabólicas.

                           La Murciélaga. Óleo sobre lienzo, 146 x 97 cm

Es cierto que al aislamiento o distancia social (que es precisamente también el título de uno de los cuadros de tu exposición) se suma el efecto de “pantallización” en que se han visto inmersas nuestras vidas, afectándonos en las cuestiones más cotidianas, con las consecuencias negativas que indicas, aunque éstas ya venían de tiempo atrás. No obstante, tú no has dejado de exponer y de pintar, con más intensidad si cabe, llevada por lo que parece un sentido de urgencia, eliminando todo lo superfluo, para concentrarte en ese aspecto emocional, tan presente en tus últimas obras, a través de una gestualidad muy libre y espontánea, rompiendo por momentos los límites entre abstracción y figuración. También hay una fisicidad, una exuberancia de los cuerpos, que resulta el reverso de la fiebre de “virtualidad” que padecemos y parece reivindicar la necesidad inapelable de la contemplación directa de tus obras, el mismo hecho de la pintura. Una fisicidad que diría relacionada con un primitivismo expresionista, dentro de esa sátira grotesca que señalabas, pero a la vez con un candor y ternura propios del dibujo infantil, que podían ser claves en esa capacidad de empatía de tus pinturas.

Qué no daría yo por volver a ser un niño. Volver a la etapa del garabato egocéntrico. Volver a pintar como un niño. Con todo, yo busco y quiero un poco más, me gustaría que mi obra invitase a reflexionar.

En fin. No todo fue tan negativo durante el período del confinamiento. En esos días organicé unas clases de pintura aprovechando, precisamente, las redes sociales y el interés por el arte y la práctica artística que en mucha gente se despertó para sobrellevar de la mejor manera posible todo aquello. Entre mis más fieles alumnos y seguidores, que eran sobre todo adultos, había una niña, Gloria, de cinco años, cuyo autorretrato me encantó por su gracia e imaginativa creatividad. Tanto, que decidí que su dibujo debía formar parte también de mi exposición, pues para mí representa volver a la inocencia, romper con los prejuicios, en la forma que yo misma busco en mi obra. Ya lo dijo Picasso: “Me tomó cuatro años pintar como Rafael, pero me llevó toda una vida aprender a dibujar como un niño”.

      Corona. Óleo sobre lienzo, 100 x 65 cm             Autorretrato de gloria. Dibujo/papel.


María Aparici. 'We Women'. Galería Orfila, 19 de octubre al 14 de noviembre. 

https://galeriaorfila.com/2020/09/30/maria-aparici-we-women/



     







                         

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