Manuel Gracia en su serie pictórica “Logos”, que expone en Galería
Orfila (1), propone una nueva abstracción que aspira subsumir las antinomias del informalismo y su contraparte, los
planteamientos constructivistas. Un diálogo que, desde el señalado globalismo
del arte contemporáneo, cabe desentrañar en su caso -aun sin pretender agotar
el tema -, a partir de la mirada de Occidente a la pintura y cultura
orientales.
Manuel Gracia. 'Logos 162'. Lacas y óleo/MDF, 160 x 160 cm
Así, el jaspeado o marmoleado, practicado en Japón desde el siglo XII
con el nombre de “suminagashi”
(literalmente, "tinta negra que flota"), técnica de aguada
enriquecida después con gran variedad de colores por artistas como Ogata Korin (1657-1716), cuyas formas sinuosas
llamaron la atención del Modernismo, o Suzuki
Harunobu (1724-1770) (aunque, ya a partir del siglo XV, su versión turca a
base de tintas más espesas llamada “Ebru” se extendería por Europa aplicado al
arte de la encuadernación, principalmente en las hojas de guarda), es adaptado
por Manuel Gracia a la pintura al óleo, partiendo de idénticos principios con
que aquella antigua técnica fue concebida.
Ogata Korin
Suzuki Harunobu. 'El gran simio'
El aspecto azaroso que resulta del vertido y movimiento de los pigmentos
sobre la superficie del cuadro, su mezcolanza y fluidez características, remite
a esa espontaneidad controlada, la importancia puesta no tanto en el resultado
como en el proceso, propia del ascendiente del Zen en el arte de Extremo
Oriente; una influencia que se deja sentir primeramente en el expresionismo
abstracto a través de la valoración del gesto. Otro tipo de belleza atenta a
los procesos de la naturaleza, incorporando incluso lo feo e informe, lo
provisional y efímero, la vulnerabilidad y desgaste de los materiales
infringido por el paso del tiempo -en el caso concreto del “wabu sabi”-, se
desprende de la estética Zen en su énfasis en una actitud receptiva hacia lo
dinámico en la ejecución de la obra, dando lugar a un estado de alteración o
ampliación de la conciencia. El vacío, tan importante en el pensamiento Zen, se
concibe como el espacio no conocido, sólo captable subjetivamente en el
devenir, según su concepción unitaria de tiempo=espacio. Una idea que incorpora
a la vanguardia en Occidente John Cage
(1912-1992), tanto a través del silencio en sus composiciones musicales como,
al servirse del humo en sus obras plásticas, de la aleatoriedad que lleva
implícita la noción de cambio -en la que parte de sus conocimientos de
micología -, haciendo suyo el precepto Zen en el arte de operar igual que la
naturaleza y, consiguientemente, aceptando el elemento “azar” cualesquiera sean
los resultados.
Manuel Gracia, 'Logos 166'. Lacas y óleo/MDF 160 x 160 cm
Hokusai. 'La gran ola de Kanagawa' (1830-1833)
Esta aparente dejación del ego supone, por el contrario, una afirmación
del artista frente a toda tradición preexistente, como sucedió en la pintura
china a partir del pintor paisajista y calígrafo Shitao (1632-1707), quien, inspirándose en el Tao, el Zen y el
I-Ching o “Libro de las Mutaciones”, escribe un tratado sobre pintura en el que
la idea del trazo como “soplo”, que él llama “pincelada única”, supone el
desprendimiento del Yin-Yan como primera afirmación del ser y la imagen, el
resultado del Vacío original. Para ello, el artista tiene que liberarse de
cualquier método o escuela del pasado, confiando solamente en su espontaneidad
e intuición. Este vacío en la pintura de paisaje china y japonesa se expresa
como espacio mediante la técnica “On-ne”
(“nubes y humo”); discontinuidades de zonas en blanco que suponen una
abstracción extática del tiempo vía esas representaciones atmosféricas. De manera
similar, la línea, desde las primeras vanguardias constructivistas, buscó
liberarse de su tradicional papel figurativo (la línea como contorno de figuras
y configuraciones espaciales), para pasar a ser una abstracción
espacio-temporal, tanto mejor cuanto más ausente estuviese de ella la mano del
autor, como en el caso de las finas y esquemáticas diagramaciones a base de
escuadra y compás que Manuel Gracia superpone a aquellas otras ebulliciones
orgánicas o matéricas, y a cuya sensación de tiempo congelado en el espacio
contribuye la exótica delicadeza del lacado. Como afirmaba la artista rusa Liubov Popova (1889-1924): “La línea,
entendida como color y como vestigio de un plano transversal, dirige y
participa en las fuerzas de la construcción (...). La textura es el contenido
de las superficies pictóricas.” (2)
Manuel Gracia. 'Logos 184', lacas y oleo/MDF 60 x 170 cm
Shitao. 'Pabellón cerca de una vertiente'
(1) Manuel Gracia, “Logos”. Galería Orfila, 20 de febrero a 2 de marzo
de 2017.
(2) Benjamin H.D. Buchloh. Formalismo e historicidad. Modelos y métodos
del arte del siglo XX. Madrid, Akal, 2004, p. 236.
No hay comentarios:
Publicar un comentario